El tipo de luz influye en nuestro cerebro
El tipo de luz influye en nuestro cerebro
En Vollebekk, Oslo (Noruega), existe un bloque de viviendas en el que se vive una experiencia solar diferente a la que normalmente tiene lugar en esas latitudes. El objetivo es contrarrestar el trastorno afectivo estacional, un tipo de depresión que padecen los ciudadanos nórdicos debido al acortamiento de los días durante la época invernal, y mejorar sus necesidades fisiológicas también durante el resto del año.
¿Cómo lo han conseguido? Instalando un gran jardín iluminado por lámparas LED que simulan las características de la luz natural de una región mediterránea, con el color y la intensidad de sus amaneceres, mediodías y atardeceres.
Luz artificial en ausencia de una fuente natural
Adrián Muros, arquitecto especializado en estudios lumínicos y profesor de la Universidad Politécnica de Barcelona, lidera, junto a otros colegas noruegos, una investigación sobre iluminación en un proyecto experimental sobre la vivienda del futuro Obos Living Lab de la capital noruega. Este trabajo de investigación plantea la utilidad de la luz artificial en un contexto de ausencia de una fuente natural y es extrapolable a otras partes del mundo y no solo a viviendas.
La falta de luz natural, un problema generalizado
Y es que la falta de exposición a la luz natural ya no es algo característico únicamente de las sociedades septentrionales. Los cambios sociales y laborales y el desarrollo tecnológico han generado un problema endémico en buena parte del mundo.
Por este motivo la luz artificial está tomando relevancia y se convierte en un aspecto clave para nuestro bienestar, que conviene saber utilizar correctamente.
El tipo de luz influye en nuestro cerebro
La luz es un biomarcador. Durante el día segregamos serotonina, una hormona que nos permite estar activos. En cambio, con la oscuridad, la serotonina se transforma en melatonina, otra hormona encargada de transmitir al cuerpo que ha llegado la noche y debemos dormir.
En la luz artificial, hay que tener en cuenta el tono o temperatura, que se mide en kelvin (K) porque, dependiendo de si es neutra, fría o cálida, favorecerá la activación o relajación del cerebro.
La luz fría (a partir de 5.500 K), es aquella luz de todos más azulados. Se recomienda su uso durante el día, siempre y cuando haya otras fuentes de iluminación neutra o naturales. La luz fría favorece la concentración, por eso es ideal para trabajar o estudiar.
La luz blanca o neutra (3.500k y 5.500k) simula la luz natural. Es ideal para uso diurno ya que favorece la activación del cerebro. Es buena para tareas en las que no se requiera una gran concentración visual.
La luz cálida (entre 2.000k y 3.500k) tiene tonos amarillentos y anaranjados. Se recomienda para uso nocturno o final del día, pues favorece la relajación. Es ideal para tareas que realizamos a última hora del día.
Fuente: Sociedad Española del Sueño, Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, Laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia.
Cómo se diseña lumínicamente un hogar
Como apunta Marta Martínez, secretaria general del Colegio Oficial de Decoradores y Diseñadores de Interior (CODDIM): “La presencia de luz natural es igual o más importante que la decoración o el mobiliario para el grado de satisfacción que tenemos de nuestra vivienda”.
También es importante la orientación cardinal para la funcionalidad de nuestra vivienda: “La luz del este, por ejemplo, levanta el ánimo por las mañanas, más adecuada para dormitorios o cocinas, estancias que utilizamos a esas horas. La del norte es más fría, pero da menos sombras, más recomendable para un espacio de trabajo y tareas de agudeza visual; la luz del sur es más cálida, para actividades más relajantes; y, por último, la del oeste es también una luz amarilla y rosada, la del final del día, que ayuda en nuestro biorritmo”, detalla Martínez.
A pesar de ello, en el contexto social actual no podemos depender tanto de la luz natural y debemos recurrir a la luz artificial. Ésta cobra más sentido que nunca, “por lo que es fundamental utilizarlas correctamente”, puntualiza Muros.
El papel de la domótica
La domótica nos permite controlar la luz de nuestros hogares para adaptar la iluminación a cada momento del día y a la necesidad
En este sentido, la temperatura de color de la luz (el tono), la cantidad y la intensidad son aspectos fundamentales. Dependiendo de estos parámetros se obtendrán respuestas fisiológicas, cognitivas y conductuales diferentes, como señala la Guía de eficiencia energética en iluminación, del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE).
Como apunta Martínez, la domótica nos ha permitido tener un mayor control de la luz de nuestros hogares, “por lo que ahora es más fácil que, con la misma bombilla LED inteligente, adaptemos la luz al momento del día y a la necesidad”.
En definitiva, y como apunta la psicóloga María Victoria Sánchez, cada vez más existe evidencia científica que demuestra que el uso adecuado de la iluminación está directamente relacionado con la mejora de la calidad de vida y un envejecimiento saludable, y la domótica nos lo proporciona.
Fuente: El País
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